Banco de nubes o panza burro en Tenerife
Banco de nubes o panza burro en Tenerife

¿Has escuchado alguna vez el sonar del bucio en el barranco? No hay sonido que mejor agite las raíces del corazón del canario.

Después están las nubes. Altas como gigantes o planas como conchas de lapa, pequeñitas y dispersas, estiradas y arrogantes o resbalando en las laderas con su abrazo de agua.

Y la niebla. También está la niebla pintando los bosques de verde esmeralda.

Y el sol amarillo dorando el carrusel de las lavas. Y las fachadas coloridas. Y las palmeras y los dragos. Y las ansias por la vida.

Están los abalorios de papiroflexia del jaral florecido. Las reinas de los bosques, el pico picapinos. El cardón del malpaís y las sirenas de los charcos. La elegancia erguida de los roques milenarios.

Están los pinzones en las ramas y las pardelas en los riscos. El arrullar de los cañaverales con la cadencia infinita del peine del alisio.

Está la era estrellada alumbrando los desvelos. Y una luna acostada como una destiladera de sueños.

Está el Teide, con sus pies de océano, cargando en su costado el equilibrio de las cosas.

Y sobre todo están sus gentes. Sencillas y habladoras. Amables, cantarinas, parranderas, laboriosas.

Y está la mágoa. Y están las isas. Y están las chácaras. Y el rascar alegre del timple en las carretas adornadas.

Sí, Canarias es poesía. Toda ella. Desde el mar hasta la cumbre, de la orilla a las estrellas. Solo hace falta abrir los ojos del alma para verla.

Roberto A Rodrigues

Soy licenciado en Derecho aunque no ejerzo ni nunca he ejercido. He escrito algunas novelas y relatos. He ganado algún premio. No concedo entrevistas porque considero que no tengo nada interesante que decir, también influye el hecho de que nadie me ha llamado para entrevistarme. Me gusta observar, el silencio y los guachinches que sirven buen vino.